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Traducido por José M. Hernández Lagunes
Para quienes recordamos la época de Moneyball y sus consecuencias inmediatas, hubo un periodo durante el cual la gran pregunta que dividía a los equipos era si contaban con un “departamento de análisis”. Los A’s no eran el único equipo en 2001 que tenía gente que se fijaba en los números, pero fueron pioneros. Con el tiempo, cosas que eran revolucionarias cuando los A’s las hacían ahora se consideran aburridamente obvias. Oakland… eh… los Athletics jalaban mientras todos los demás pujaban, pero pronto, todos los demás comenzaron a jalar.
Si hay algo que decir sobre el béisbol moderno, es que todo se ha vuelto muy monótono. Los treinta equipos tienen un departamento de análisis y casi todos jalan ahora en casi todo. Con el tiempo, en conversaciones sobre el tema, alguien menciona la palabra “estrategia”. Estrategia es una de esas palabras que significan cosas diferentes para cada persona. Si escuchas la palabra “estrategia” en una conversación, 7 de cada 10 seguramente se estén quejando del bateador designado. No cabe duda de que la falta de un bateador designado dificultaba el trabajo de un mánager (de la Liga Nacional), pero los datos no son tan claros sobre si esto implicó más “estrategia”. Normalmente, la palabra aquí se usa como código para “peloteo corto”. Lo curioso es que tácticas como los intentos de robo de base y el bateo y corrido no eran más comunes en la Liga Nacional, ni tampoco el toque de bola una vez que se eliminaba el toque de los lanzadores.
La estrategia, como la abordaremos aquí, es otra cosa. Las antiguas reglas de la Liga Nacional no promovían la estrategia. Promovían un estilo de juego donde hacer una sustitución era más arriesgado. Sí se debía jugar con un estilo diferente, específicamente en cuanto al uso de la banca y el bullpen. Pero aquí, estrategia significa que hay dos equipos enfrentándose en una situación competitiva y tu comportamiento estará (o al menos debería) influenciado por el comportamiento del otro. Si jalan, ¿deberías jalar o empujar? Si empujas, ¿deberían ellos empujar también? Si sabes que van a empujar, ¿deberías jalar? O deberías anticipar que sabrán que vas a jalar y, por lo tanto, deberían cambiar. Pero si sabes eso, ¿deberías…?
Ya entiendes.
Eso introduce incertidumbre sobre lo que hará cada uno, y la incertidumbre es divertida. Es una de las razones por las que los eventos deportivos en general son tan divertidos de ver. Sabes que los personajes de tu programa favorito van a salvar la nave espacial. Pero no tienes idea de quién va a ganar el partido, y eso significa que tienes que verlo hasta el final. O hasta que el receptor suplente entre a lanzar.
La toma de decisiones a nivel de partido se ha estandarizado bastante. Todos siguen el mismo “libro”. Lo mismo parece ocurrir también en la gerencia general. Mucha de esta estandarización tiene su razón de ser. Por ejemplo (o queja) tan a menudo citado de que “ya nadie toca“, se podría argumentar que, si el otro equipo no espera un toque, tal vez se podría aprovechar de ello. Quizás no siempre, pero sí lo suficiente como para que el toque volviera a ser parte del juego, y tal vez el hecho de que el otro equipo tenga que “respetar el toque” te facilite conectar un hit que supere al cuadro. Jala cuando el contrario empuje, y viceversa.
En el campo de la teoría de juegos, existen estrategias conocidas como estrategias dominantes, llamadas así porque, independientemente de lo que haga el otro equipo, es mejor elegir las estrategias dominantes. Lo que hemos descubierto a lo largo de los años es que muchos de estos puntos de corte estratégicos en el béisbol tienen una estrategia dominante. No es que “nunca tocar” sea dominante, sino que conocemos las circunstancias en las que se justifica y en las que no. Cuando una estrategia es dominante, esperaríamos que todos se reunieran alrededor de esa bandera, y en el béisbol hay muchas banderas alrededor de las cuales reunirse.
Pero me pregunto si existe un punto ciego analítico que se ha formado a lo largo de los años por no entender la diferencia entre una estrategia dominante y una que no lo es. Y Twitter (o como sea que lo llamen ahora). En serio.
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Me fascina un poco la idea de Luis Arráez. Arráez es del tipo de jugador que abundaba en los 70s. Mucha habilidad con el bate. Muchos sencillos. Alto promedio y tres títulos de bateo consecutivos. Pero lo más importante es que Arráez no es un bateador de “abanica muy fuerte por si acaso” como parece ser el resto. No es una exclamación desbocada. Entiendo que los jugadores ahora abanican apuntando más allá de las cercas porque aporta más valor a sus equipos, pero me ofusca que no haya más copias de Arráez. Hay muchos bateadores que abanican con todo y simplemente no son muy buenos, pero no hay muchas imitaciones de Tony Gwynn.
Parte de eso es matemática. Ya sabemos que el promedio de bateo no es una buena estadística para medir a los bateadores. Conectar muchos sencillos no es tan importante como acumular bases. Bateadores como Arráez pueden lograrlo conectando muchísimos sencillos, porque los sencillos son valiosos y, si se conectan suficientes, un poco más, más un poco más , más un poco más un poco más eventualmente equivale a mucho. Sin embargo, hay que ser muy bueno con los sencillos para llegar al punto en que ofrezcan el mismo valor que un bateador de poder de segundo nivel. Es más fácil generar valor a través del poder… aunque no es imposible hacerlo con un estilo de contacto alto.
Lo mismo ocurre con el pitcheo. Recuerdo hace unos años (¿cómo que fue hace ocho años?) cuando algunos de mis estimados colegas de Baseball Prospectus presentaron su trabajo de túnelización de lanzamientos. Para ser justos, debo mencionar que Harry Pavlidis también participó en ese proyecto. En ese trabajo, mis colegas vieron que había varios lanzadores que eran buenos tuneladores y que también obtuvieron resultados superiores a los que indicaba el informe general de los visores sobre su material. También vimos que había lanzadores muy exitosos que no tenían ni idea de lo que era un túnel. Salieron adelante gracias a trucos como “lanzar a 100 millas por hora” o “tener una bola curva con muchísimo movimiento”. Hay mil de acariciar a un gato.
Y, sin embargo, la siguiente gráfica es cierta.
Es la desviación estándar de la velocidad de la bola rápida para todos los lanzadores que lanzaron al menos 50 entradas en una temporada. No es la velocidad promedio de la bola rápida. Esta ha aumentado constantemente. Esta desviación estándar demuestra que los lanzadores se están volviendo más similares que antes. Los especialistas en control de lanzamiento a 91 mph parecen estar desapareciendo. Y lo entiendo. Las bolas rápidas son más difíciles de batear.
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Los equipos saben todo esto. Saben que el poder no siempre supera al contacto. El poder tiene una ventaja, pero se puede superar y conocen las matemáticas para calcular cuánto se necesita. La velocidad tiene una ventaja, pero hay maneras de lanzar sin ser un lanzallamas. El valor es lo que importa y cómo se proporciona ese valor es secundario. Los equipos no luchan contra la falta de conocimiento. Luchan contra la dificultad de comunicar la complejidad. Por eso culpo a Twitter, o a J, o como se llame ahora.
Twitter no inventó la dificultad de comunicar pensamientos complejos, pero se adentró en ese aspecto particular del comportamiento humano, y me pregunto si lo peor que Twitter logró… o bueno, lo segundo peor que Twitter logró… o bueno, una de las 520 peores cosas que Twitter logró fue alterar la forma en que la gente se comunica, alejándola de la complejidad y acercándola a un máximo de 2 o 3 frases. Volviendo a los inicios del movimiento analítico, una de las críticas a la Sabermetría fue que las fórmulas eran demasiado largas. Resumámoslo a un par de puntos clave. Y lo hicimos. Quizás eso tuvo un efecto secundario.
La MLB se lleva al mejor talento existente, pero el talento se desarrolla con los años. Entonces, ¿por qué todo ese talento empieza a parecerse? Llega un punto en el que es difícil sostener la verdadera complejidad del mensaje. “El poder se luce mejor en el béisbol moderno”. Quienes están al tanto de los detalles conocen el párrafo que sigue, pero ¿lo saben los entrenadores de sub-12? En el mundo de Twitter, a veces es más fácil decir: “Bueno, si solo puedo tener una cosa, que sea poder”.
Si quieres decir que los mejores bateadores de poder aportarían más valor que los mejores bateadores de contacto y que los bateadores de poder de segundo nivel superarán a los bateadores de contacto de segundo nivel, es cierto, pero no es toda la verdad. Los bateadores de contacto de segundo nivel superarán a los bateadores de poder mediocres. ¿Dónde están todos los bateadores de contacto de segundo nivel?
¿Qué pasa cuando nadie te dice que apostar por desarrollar esas habilidades de contacto o el control preciso es una opción para llegar a la MLB? O ni siquiera eso, ¿qué pasa si no te lo dicen hasta los 15 años? ¿Qué pasa si hay una presión sutil, incluso después de ser seleccionado en el draft, para favorecer ciertas habilidades? Ni siquiera es algo que se declare abiertamente, pero se puede ver quién asciende.
La MLB contratará al mejor talento que pueda encontrar, pero ¿qué pasa si ciertos talentos nunca se desarrollan desde el principio? ¿Qué pasa si los jugadores de ligas menores que podrían haber sido bateadores de contacto de segunda categoría se vendieron por poder? ¿O los de preparatoria? ¿Cómo se escribe una ecuación sobre algo que podría haber sucedido, pero no sucedió? Es una función de bucle donde los “más talentosos” tienen las habilidades que se cultivaron inadvertidamente, lo que refuerza el camino. Los equipos no van a ascender a jugadores de bajo rendimiento, pero ¿qué pasa si se han descuidado en la búsqueda y el desarrollo de esas habilidades desde el principio? ¿Y si la próxima gran ventaja estratégica fuera darse cuenta de que el ecosistema del béisbol podría haberse estancado? Que hay una complejidad en el juego que se está subestimando.
La torre puede derrumbarse porque una fuerza enorme la sacudió, pero también puede ser derribada por termitas, la erosión o la falta de mantenimiento. No es que hayas hecho algo estúpido. Es que no recordaste hacer las pequeñas cosas inteligentes. En este caso, la grieta en los cimientos podría estar en un lugar donde la MLB no tiene mucho alcance, pero si algún equipo emprendedor pudiera encontrar la manera de encontrar una palanca, esa podría ser una ventaja muy interesante.
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